LA “ESFERA DE SOTO”. La “Utopía de lo Posible”

Beatrice Sansó de Ramírez
8 min readSep 7, 2018

Beatrice Sansó de Ramírez. Beatrice@utopiadeloposible.com

Los venezolanos estamos a la búsqueda de una utopía. Queremos encontrarnos con nuestra identidad, y extraer de ella elementos de lo hermoso, genuino, profundo, inteligente y único de cada uno de nosotros, para compartirlo entre todos. Ésto ha sido siempre así, pero ahora, es una urgencia.

En aquellos años de 2004, cuando imaginamos a PDVSA LA ESTANCIA, en la que me mantuve hasta los tempranos meses de 2015, cuando la concebimos en nuestra mente, pero, sobre todo, en nuestro espíritu, sólo teníamos en las manos una casa y un Jardín grandes, que eran mayormente utilizados para eventos corporativos; entonces, nos propusimos lograr, que lo que parecía inalcanzable, se hiciera realidad.

Estamos hablando, de los comienzos, de la casa abierta para el pueblo sin discriminación o límite, de ambientes que llegaron a recibir hasta un millón de personas al año, disfrutando de la cultura en todas sus manifestaciones; y, más tarde, del arte y recuperación de los espacios públicos, devueltos al ciudadano como parte integrante de su cotidianidad.

Fue así como dimos inicio a una gestión incansable y eficiente en materia de áreas urbanas; restauración y revalorización de bienes y patrimonio cultural, que, como un torbellino, fue esparciéndose a lo largo y ancho de nuestro país, hasta lograr la realización de más de 2.000 actividades culturales anuales y 100 proyectos en el lapso de 8 años. Todas nuestras intervenciones y actividades, se desarrollaron bajo tres premisas fundamentales: la continuidad, la gratuidad de su disfrute y la altísima calidad.

Queremos, a partir de hoy, por esta vía, contar y compartir con todos, cómo fue el desarrollo de un proyecto que llamamos ¨PDVSA LA ESTANCIA¨, que logró entusiasmar a muchos jóvenes, profesionales, técnicos, artistas, y a todos los venezolanos; que generó confianza, que fue admirado, y que resultó en un trabajo formativo, y sobre todo, necesario para nuestras ciudades, sin precedentes en el país.

Así, lo que hoy nos llega, sobre todo, a través de las redes sociales, o por grupos de chat, las cientos de fotos de la ¨Esfera de Soto¨, de la nuestra, la más linda; la de Caracas, la también llamada ¨Esfera Solar¨, por su brillo e intensidad cromática, que se aprecia durante el día y, que resplandece en la noche gracias a la iluminación ¨led¨ que le incorporamos para valorizarla; nos confirma que el esfuerzo de tantos años de trabajo al frente de PDVSA LA ESTANCIA, para lograr que ¨la Utopía se hiciera posible¨, valió la pena.

La Esfera Caracas, conocida popularmente como la ¨Esfera de Soto¨, el primero de los proyectos del que hablaremos en esta sede, otrora símbolo de la ciudad, destruida y abandonada, que se mantuvo triste por largos años, fue nuestra primera incursión en la restauración de una obra de arte urbano y rehabilitación de su espacio público circundante.

Era el año 2006, siguiente al de la muerte del más grande de nuestros Maestros del cinetismo, Jesús Soto, de la mano de la Fundación que lleva y honra su nombre, y con la plena confianza de su hija Isabel, depositada en el proyecto, y acompañados de un extraordinario equipo, trabajamos con ahínco para devolverle su intenso color naranja y su ondulante movimiento a este ícono de Caracas. Prácticamente, la Esfera como tal, había dejado de existir. Estaba sólo en la memoria de algunos y en la visual de las pocas ¨guayas¨ que quedaban colgantes de su cuerpo aislado.

Construimos todas y cada una de sus varillas, y reforzamos la enorme estructura de 12 metros que conforma sus pórticos, restablecimos y le agregamos, entre otros: seguridad, nueva jardinería y un moderno sistema ahorrativo-ecológico de iluminación. Todo ello, gracias a la posibilidad única de destinar una parte de los ingresos petroleros a la calidad de vida de los venezolanos, como bien lo instruye el artículo 5 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos.

Cuatro años más tarde de dicha rehabilitación, le hicimos su primer gran mantenimiento extraordinario, y cuatro años después, una reubicación, que era necesaria debido a la construcción del nuevo Puente La Carlota, en la Autopista Francisco Fajardo; con lo que aprovechamos para darle una visión de 360 grados, actualizar otra vez sus sistemas eléctricos, de seguridad, renovar su jardinería, fabricar una máquina de bombeo de agua para el riego, construirle un área especial de servicio, excavar una trinchera honda para su colocación (ésto constituyó una acción muy compleja) y, lo más importante, construir réplicas de todas y cada una de las 1800 varillas de aluminio que la conforman, usando para ello los materiales más nobles.

Así, en un trabajo de arqueología artística, con el uso de tecnología de punta, fueron producidos tantos barrotes como los que conforman originalmente la obra de arte, identificándoseles uno a uno con seriales, para evitar a futuro una reconstrucción profunda, de no ser necesaria; y facilitar la sustitución expresa de aquel que, por motivo del movimiento, del paso del tiempo, de condiciones atmosféricas adversas o de una eventual acción delictiva, necesitara de reemplazo.

Cada rehabilitación fue acompañada de un trabajo de divulgación, y explicación del proyecto para promover en los ciudadanos, el sentido de identidad y apego, y de tal manera, generar por parte de todos, su cuido y tutela. Podíamos haber realizado los distintos mantenimientos y los dos trabajos de rehabilitación en la sede del Taller Soto; pero era necesario, a pesar de que aquello fuese más complicado, hacerlos ¨in situ¨, con las debidas explicaciones del proyecto en grandes pancartas visibles, de manera de generar el interés y la curiosidad de los transeúntes que, serían, no sólo los capitalinos, sino también quienes atravesaban la ciudad para desplazarse del oeste al este de nuestro querido país. Era como crear un ¨salón de clase abierto cultural, de urbanidad y civismo¨, porque además constituía un placer pasar y detener un poco la marcha para identificar el trabajo de expertos, que más que artistas o ingenieros, parecían cuadrillas de acróbatas circenses colgados de pernos como personajes del cuento de ¨Gulliver¨, trepando para alcanzar el color, la luz y el movimiento de nuestra Gran Esfera Caracas.

Fue entonces la Esfera, el punto de partida de nuestro trabajo en materia de espacio público, rehabilitación urbana, revalorización patrimonial, y restauración y recuperación de bienes culturales tangibles e intangibles. Luego, ejecutaríamos más de 100 proyectos en todo el país, todos ellos solicitados por la comunidad y la ciudad, basados en diagnósticos serios y especializados. En nuestro trabajo jamás improvisamos, para garantizar así la nobleza que los caracteriza.

Nos fuimos engolosinando con la idea de poder generar calidad de vida para los venezolanos a través del hecho cultural. Estábamos y continuamos estándolo, convencidos de que la cultura, y más aún, la cultura en el espacio público, son un verdadero antídoto contra los flagelos de la inseguridad, la droga y el ocio improductivo que aqueja a las grandes ciudades.

La ¨Esfera de Soto¨, esa obra de arte de gran escala urbana, es hoy un hito de nuestra ciudad, pero más que eso, es la expresión de un sentimiento venezolano hermoso, que, ahora más que nunca, florece sobre todo en nuestros jóvenes. Es la materialización del sueño de una Venezuela posible, la que todos queremos, la que todos deseamos, la que sabemos que podemos lograr. En la actualidad, se ha convertido en telón de fondo, o mejor, en protagonista de nuestros eventos vitales de trascendencia: desde la celebración de una boda por el civil hasta la graduación, de la petición de matrimonio, del encuentro de promociones y grupos, de las imágenes y momentos para recordar, del que publicita sus diseños y sus fotos, es la foto obligada de quienes dejan el país o lo reencuentran.

La Esfera, tímidamente se fue convirtiendo en lo que es hoy, y de ésto no cabe la menor duda: el ícono de Caracas, ella, con su don de la ubicuidad, como nuestra montaña ¨El Ávila¨o ¨Waraira Repano¨, en su nombre indígena, es lo primero que nos viene a la mente cuando nos paseamos por las imágenes de nuestra hermosa ciudad.

Es un torbellino de belleza, que refleja las más distintas imágenes citadinas. La urbe es ella, su omnipresencia resalta en la extensión verde de su espacio, donde aparece como testigo del día a día del caraqueño, de sus estados de ánimo, de sus proyectos.

¡La Esfera es Caracas, Caracas es la Esfera! Se reconocen entre sí, porque ella refleja, como Caracas, luz donde hay luz, cinetismo donde hay movimiento, color donde hay matices. Es el punto de encuentro entre el este y el oeste, entre las distintas etapas y estilos capitalinos, es el nexo común de los venezolanos, nos representa sin distinción, sin diferencias sociales, económicas, políticas, ni intelectuales. Todos la amamos.

Por eso, cabe preguntarse cuál es el fenómeno que la Esfera implica y que se ha generado entre los ciudadanos. La respuesta está en que de ella fluye el amor que se puso en su diseño, el alma bohemia y musical de su creador, el cuido en la proyección de su rehabilitación, montaje y mantenimiento, el respeto a los detalles. La Esfera entonces, con la fuerza del río Orinoco, cuyas aguas vieron crecer al Maestro Soto, hace tangible, con su color y movimiento, ¨la utopía de lo posible¨, de la Caracas cosmopolita que merece despertar en una Venezuela grande, fuerte y presente en el mundo, justamente por sus virtudes y cualidades únicas. Con esa idea, entregamos como regalo de Navidad al caraqueño, su última rehabilitación, el 23 de diciembre de 2014 ante un pueblo emocionado.

Ahora bien, estas notas son también un exhorto a su protección, a su mantenimiento. Porque un proyecto de tal naturaleza, no es el resultado de una acción simple, es la conjunción del esfuerzo de muchos, la expresión técnica y artística de expertos y creadores, el complemento perfecto de materiales nobles e ingeniería de avanzada.

Es una obra que está expuesta al aire libre, aledaña a la Autopista del Este, por la que transitan miles de vehículos al día, sometida a un sol inclemente, a la lluvia, el viento, la polución. Su extremado y permanente seguimiento, es indispensable.

Es además la Esfera, la reivindicación de un concepto que compartieron nuestros grandes Maestros del Cinetismo: sacar el arte de los museos y de la contemplación privada, para llevarla a la calle, a los espacios públicos, donde se conjugan con el medio ambiente, lo impactan positivamente y permite que el citadino, pueda acceder al hecho creativo; el arte al alcance de todos. Ésta fue una línea de acción estratégica de nuestra gestión, que luego se traduciría en grandes proyectos de restauración y réplicas de obras de arte que han convertido a Caracas en la más grande exposición de arte cinético al aire libre, a través de dos de nuestros otros proyectos, Plaza Venezuela y el Bulevar de Sabana Grande, que complementan a la Ciudad Universitaria, ejemplo del gran movimiento de la integración del arte al espacio, de la que la misma fue pionera y por la que fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Llamo entonces a su cuido, a su mantenimiento, a lograr sobre ella un control que la haga sustentable. Aunque no por ello, inaccesible a todos. Más importante que el trabajo de rehabilitación y revalorización patrimoniales, es el mantenimiento constante y detallado de los espacios y obras.

Si la Esfera se deteriora, el optimismo que ella transmite, su luz, movimiento y color, serán opacados por una sensación a la cual las generaciones que la inspiraron, y todas las posteriores, no quieren apostar. Llamo la atención de las comunidades, de los jóvenes, de las organizaciones sociales para que, la Esfera, no sólo sea el símbolo de nuestras fotos, sino el elemento de lucha, común para todos. Porque la revalorización, rehabilitación y conservación del patrimonio cultural, es un instrumento para restablecer la esencia y espiritualidad de lo afirmativo venezolano.

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Beatrice Sansó de Ramírez

Abog. SummaCumLaude. Doct. en Dcho. Prof. UCAB-UCV. NYU Cities and Urban Development. Pdte PDVSALaEstancia 8 años: arte y espacio público, social, cultural.